UN ROSARIO MUY ESPECIAL

El rosario del 17 de octubre 2023.

Dios quiere que algunos lugares de la tierra sean especialmente mirados por Él para bendecirnos. Es fácil palpar el amor de tantas personas que se están acercando a María bajo esta advocación de Desatadora de Nudos. Me admira, me asombra y me entusiasma el cariño que le tienen a la Virgen para que este Centro Mariano de Querétaro sea de su agrado.

Llevábamos ya un tiempo teniendo nuestras misas dominicales y ahora queríamos juntarnos para rezar el rosario pidiendo por la paz en el mundo. En varios lugares de la tierra, y en especial en Tierra Santa, la guerra estaba haciendo un mal tremendo.

Con especial cariño y ternura hacia nuestra Madre del cielo, se preparó el lugar.

Eran las 4:45 de la tarde del martes 17 de octubre y seguían embelleciendo el momento.

Habían conseguido algunas macetas con flores y ante la hermosura de lo que estaba resultando, una señora mandó pedir otra maceta, pues la Virgen se lo merecía. Las macetas de madera estaban llenas de cempasúchiles, que son las flores de temporada en octubre.

Se había ambientado el lugar con unas palomas blancas, pues el rosario tenía como motivación pedir por la paz. Pusieron las velas en el altar y en el piso para que flanquearan el Santísimo que en breve íbamos a exponer, y un grande y hermoso rosario de cuerda blanca fue colocado en los árboles por encima del altar.

Éramos poco más de cuarenta personas. Expuse el Santísimo y empezamos el rosario. Íbamos desgranando el rosario al ritmo de las Aves Marías y poniendo nuestro deseo de paz en las manos de la Virgen.

Unas peticiones precedían cada misterio y nos dirigíamos a María con diversos títulos: Virgen María, Madre que Cuida y Reina de la Paz, intercede por el fin de la violencia en Tierra Santa y en los países de conflicto. Virgen Santísima, Madre que atiende a sus hijos… Virgen que Desatas los Nudos de nuestras vidas…, Madre de la Paz y de la Unidad… Madre Amorosa y Santísima Virgen de la Esperanza…, Virgen María, Madre que Sana y Conforta… Madre que Escucha y Consuela… y ahí en sus manos íbamos poniendo la necesidad de paz en nuestro mundo tan necesitado.

Llegamos al cuarto misterio y las velas estaban casi todas apagadas. Ale se levantó a encenderlas. “Oiga, se dio cuenta que cuando las velas las encendió Ale ya no se apagaron”. Así me dijo una señora al terminar el rosario y yo le sonreí sin decirle nada y pensé simplemente que el viento no había soplado tan fuerte para apagarlas.

Ahí hubiera quedado la experiencia de todos, de una hermosa experiencia de estarnos con María acompañándola con el rezo del rosario y de una gran experiencia de paz y fervor, si no hubiera sido porque Maribel, una señora discapacitada, dijo que había visto a la Virgen, que estaba ahí, entre los árboles, rezando con nosotros.

El evangelio nos dice que si dos de nosotros nos unimos en oración, él está en medio de nosotros y ¡qué cierto es!

El cariño de esas personas no fue indiferente en el cielo y la Virgen se hizo presente. Una señal de que la Virgen está ahí para todos nosotros, que está para todos, siempre que nuestra necesidad o gratitud esté acompañada de un corazón entrañable.

Ese rosario estuvo especialmente rodeado de unas acciones del cielo y una foto inmortaliza el afecto que tantas personas le tienen a la Virgen, y que acudieron a rezarle pidiendo por la paz, como nos había pedido el Papa.

Íbamos por el quinto misterio y a las 17:45 y 32 segundos, hoy las fotos vienen con minutos y segundos, Ana, antes de retirarse quiso hacer una foto para mandársela a una amiga por la cual estaba rezando.

Había pasado algunos días y me llegó de Ana el siguiente mensaje.

  • Padre, ¡buenos días! Una pregunta, esta Virgen ¿está en el santuario? Tomé la foto y ayer enseñándosela a Eugenio (su marido) la vimos y me quedé con la duda porque ese día yo no la vi.

Me mandó la foto con una ligera línea azul señalando la imagen de la Virgen que está del lado derecho. No me fijé suficientemente en la foto y yo le mandé una foto de la misa del domingo anterior donde aparece el estandarte de la Desatadora que desde hace tiempo preside nuestras celebraciones y le puse el siguiente comentario:

  • Lleva algunos meses.

Ahora me río un poco de ese comentario, pues ella se refería a la otra imagen.

  • No, pero la que le señalé en azul. ¿La alcanza a ver?

¡O sorpresa! Con gran claridad ahí estaba Ella, mirándonos y amándonos.

Los mensajes siguieron y yo le comenté:

  • Pues ahí no había ninguna Virgen. Se ve que Ella quiere estar presente. Quiere ese lugar para bendecirnos desde ahí.

En esos días me llegaron otras noticias de experiencias vividas en ese rosario del 17 de octubre. Una señora vino al rosario para poner en las manos de María un matrimonio amigo que no podía tener familia y ahora están esperando a su criatura. Una señora con problemas de salud desde hacía años vino a rezar con nosotros y desde ese rosario ya no los padece. Una señora cuya hija tenía cáncer avanzado y de repente todo desapareció. Gestos todos maravillosos de un corazón que consuela y sana. Pero hubo un detalle especialmente revelador, un detalle que ha cobrado un papel más significativo.

Maribel, una de las señoras que nos acompañó en el rosario tiene cualidades diferentes. Nació enfermita y su corazón, su alma y su mente es como la de una niña. Es simplemente un ángel.

Quiero trascribir lo que su sobrina Rocío le escribió a Tere ese día de nuestro rosario, para dejarlo plasmado con esas mismas palabras que presentan la sencillez y la grandeza del momento y que fueron más o menos lo que Rocío me comunicó por teléfono cuando hablamos.

  • Teresa, ¡qué hermoso y qué privilegio haber estado ahí! Cuando Ale estuvo prendiendo las veladoras yo pensé: “se van a volver a pagar”. Y me di cuenta cuando terminó de prenderlas, que no se apagaban, y me llamó la atención. No le di mayor importancia, pero al terminar el rosario, mi tía Maribel que es súper creyente y quien tiene una condición especial, nos dijo que había visto a San Judas Tadeo y a la Virgen, y yo se lo creo.

 

  • Y cuando dijiste que quien quisiera se llevara las velas, nos dijo que no había que llevarnos las nuestras, es mejor que estén iluminando a la Virgen, que están mejor aquí que en nuestras casas. Y por eso las dejamos. Yo sí me las iba a llevar. ¡Qué increíble experiencia! Pedí mucho por ustedes, sus familias y sus hijos. Las quiero.

Tere, además de mandarme esta nota, añadió este comentario en su mensaje:

  • Cuando salió del rosario Maribel fue a abrazarme y se compró muchas cosas en la tiendita, muchas. Iba muy, muy feliz, pero muy.

Todo podría quedarse en un comentario de una mujer discapacitada, pero había una foto,

Apenas había recibido la noticia de esa foto, cuando un matrimonio de Jaral, el pueblo de origen de la fotógrafa de la Virgen, ¡vaya título que me ha salido el ponerle a Ana!, querían conocer el lugar. Delante de su imagen se arrodillaron y ahí se dejaron mirar por Ella. El cariño, el fervor y la fe de ese matrimonio arrodillado en las piedras ante la Virgen, era envidiable.

Aunque la llamada de teléfono y las líneas puestas en los WhatsApp tenían una gran sencillez que recogían la experiencia del momento, yo quería platicar con Maribel.

Ya habían pasado dos meses y suponía que era tiempo suficiente para que ya se les hubiera pasado la emoción de ese día y que podíamos ver el acontecimiento desde otra perspectiva.

Llamé a Rocío y después de desearle buen año y preguntarle cómo estaban, le dije que me gustaría hablar con Maribel para que ella me contara lo que pasó.

  • ¿Cuándo vendrá de Morelia su tía?
  • Padre, ella está en Querétaro y se queda unos días. Nos vemos si quiere el sábado.
  • Muy bien. Así le hacemos.

Hacer coincidir las agendas fue demasiado fácil.

Cuando abrí la puerta de la casa me topé con seis señoras. Cinco hermanas y Rocío hija de Rocío una de las hermanas. “Demasiada mujer para el momento, pensé. Aquí la emoción no ha pasado”.

Estuvimos platicando sobre el rosario de ese día. Y como en ocasiones acontece, la que no estuvo en el rosario era la más parlanchina. Estaba contagiada.

Cuando las hermanas se encontraron con Miriam, la parlanchina que no había estado en el rosario, le dijeron:

  • ¡No sabes lo que te perdiste! ¡No sabes que rosario! ¡No sabes qué lugar! Y lo tienes ahí al lado.

Y nos contó un montón de cosas entusiasmando el relato y ensanchando los corazones al escucharla.

Maribel tiene 63 años, pero por su enfermedad, desde que nació, su alma, su sensibilidad, su mente y su corazón tienen la edad de la grandeza de un niño. Ella me volvió a confirmar, con la sencillez de un ángel, que vio a la Virgen y que la quiere mucho. Y me contó, como ella podía, lo que allí se vivió.

Subrayo un detalle que no tenía presente y que me pareció grande de un alma bendecida. Me dijo que fue a poner su listón a la Virgen (su moño, así le dice ella) y que cuando fue a buscar a la Virgen ya no estaba. ¡Grande!

Transcribo parte de la conversación que tuvimos con Maribel, la consentida de la Virgen.

  • Maribel, ¿Ud. se acuerda de algo? ¿Porqué le gustó el rosario? ¿Qué pasó? Su sobrina quería llevarse las velas a la casa y Ud. le dijo que no. ¿Porqué?
  • Porque dije, déjaselas a la Virgen.
  • ¿Y porqué?
  • Porque están mejor ahí que en la casa. Encendieron todas para la Virgen. La Virgen apareció.
  • La Virgen apareció ahí. ¿Ud. percibió que estaba ahí la Virgen?
  • Sí. Y cuando me arrimé a poner el moño, la busqué y la busqué, pero no la vi.
  • ¿Ya se había ido?
  •  
  • Ya se había ido, Ok.
  • Y salió en medio de los dos árboles.
  • Había salido en medio de los dos árboles. Ok.
  • Cuando yo le puse los moños ya no estaba.
  • ¿Pero había estado con nosotros?
  • ¿Un ratito en el rosario?
  • ¿Ahí Ud. la vio?
  • ¡Ah qué maravilla!
  • Y ahí rezó con nosotros.
  • ¿Rezó con nosotros? Porque a la Virgen también le gusta rezar, ¿Verdad? ¿Ahí estaba porque la estaba buscando?
  • Sí.
  • ¿Y la vio un momentito?
  • La estaba buscando y no la veía.
  • ¿Y ya no la vio?
  • Y nos fuimos. Y se prendieron. Y luego se regresó ¿Me llevo la vela? (se refería que su sobrina le había dicho que si se las llevaba) No, déjaselas.

Aquí intervino nuevamente la sobrina y nos dijo:

  • A mí se me hizo raro, porque ella cuando va a una boda se quiere llevar hasta los centros de mesa.
  • Y ¿Porqué no se llevó las velas? Le pregunté a Maribel.
  • Porque no.
  • ¿Y los centros de boda sí, esos sí? ¿Las flores de las bodas esas sí se las lleva?

Aquí solté una carcajada que no me pude aguantar al ver la maravilla y sencillez de Maribel.

  • Ya no. Ya no. Dijo algo preocupada.
  • Yo le dije con algo de aplomo: Ud. se puede llevar todos los centros de flores sin problema.

 

  • Ella es acumuladora como yo, volvió a intervenir Rocío, pero ella no deja nada, nada.

 

  • ¿Y había que dejar las velas para que iluminaran a la Virgen? Le pregunté a Maribel.
  • Sí. A la Virgen. Y me llevé la Virgen, la última (aquí se refería que había comprado la imagen de la Virgen que estaba vendiendo Tere).
  • Y no compraste más porque ya no había más (dije yo).

Aquí Miriam también intervino y dijo que las compró en todas las presentaciones, y nos enseñó unas estampitas que había comprado para ella, para su marido y para sus dos hijos.

Luego las hermanas contaron otras historias familiares sencillas y hermosas. Y después de varias anécdotas hablamos de que queríamos hacer una estatua de la Virgen. Y le pregunté a Maribel.

  • Yo quiero preguntarle a Ud. Maribel: ¿Cómo vio a la Virgen, la Virgen era ya viejita, era como sus hermanas o jovencita?
  • Era joven. Y estaba el rostro.
  • Todos mencionan eso de la foto ¿verdad? Se le ve joven.
  • Estaba el rostro, dijo ella.

Había llevado el celular para grabar nuestro coloquio y al repasar el texto, me emociona la grandeza y la sencillez de Dios al acercarse a nosotros.

Durante toda la entrevista le pedí al Espíritu Santo que no me dejara llevar en esa conversación por algún motivo convenenciero. Qué lo supiera afrontar con la mayor pureza de intención posible, dejándome llevar simplemente para discernir lo que sucedió ese 17 de octubre y que fuera para bien y alegría de todos.

Lo que experimenté durante toda la conversación es que Maribel es un alma privilegiada. Simplemente privilegiada y bendecida y que María se le mostró a ella y a nosotros a través de ella.

Como también había mencionado que se le había aparecido Judas Tadeo, ella es muy devota de él, le pregunté.

  • ¿Alguna cosita más que tengamos que añadir? ¿También estuvo ahí San Judas Tadeo?
  • Sí.
  • ¿Y dónde estaba?
  • Enfrente de mí.
  • tiene muchos San Juditas.
  • Sí.
  • ¿Es muy devoto de él?
  • Sí. Lo tengo así (y me señalo que lo tenía grande). Y de repente lo tengo de cabeza (yo me eché a reír).
  • Y aquí cómo se apareció, ¿de pie o de cabeza?
  • De pie. Y ya casi voy al templo a verlo. Para darle su limosna.
  • A Ud. le quiere mucho la Virgen ¿Verdad?
  • Sí, me respondió con gran sencillez.

Me contaron que cuando su mamá estaba embarazaba de ella, y todavía no lo sabía, tenía un problema de tiroides y le dieron yodo. Y eso le afectó.

Ya para terminar les propuse rezarle a la Virgen y les dirigí espontáneamente una oración, que como quedó grabada ahora transcribo.

“Madre Santísima, te pedimos que te hagas muy cercana a nuestras vidas, que nos bendigas, queremos poner en tus manos nuestras necesidades, nuestras familias y también este proyecto tuyo, en este lugar en Querétaro para que sea un lugar donde te conozcan, donde te amen, donde te agradezcan, donde pongan en tus manos sus nudos.

Te queremos agradecer, te queremos agradecer por tu presencia, en este lugar, por venir a estar con nosotros y de manera particular gracias por venir a través de Maribel que te hiciste presente a ella y que tanto te quiere y que tanto te quiere. Bendícenos a todos y concédenos las gracias que necesitamos para seguir amándote y responder a lo que tú nos vayas pidiendo”. 

Rezamos un Ave María y les di la bendición.

Pasamos a la capilla y nos hicimos unas fotos de recuerdo. Les agradecí la visita, la gelatina que trajeron y un dinerito para lo que vaya surgiendo en nuestro Centro Mariano. Y al despedirme les dije.

  • Eso sí, mucha mujer en esta casa.
  • Sí, dijeron todas riéndose.
  • Pues me encomiendan mucho y que Dios les bendiga.

El día 11 de febrero me reuní, esta vez en la Desatadora de Nudos, con Maribel, dos hermanas y su sobrina. Allí me hablaron de su familia y me volvieron a narrar lo vivido ese 17 de octubre. Simplemente quisiera subrayar algunos detalles que hacen grande el momento.

Rocío me dijo que Maribel tiene dificultad de ubicar las cosas. Con frecuencia confunde lo que ahora está a la derecha y al rato piensa que está a la izquierda. Y sin embargo ella enseguida dijo que la Virgen apareció entre los dos árboles. Como yo trataba de confundirla me dijo con toda la sencillez del mundo:

  • La Virgen estaba ahí, y señaló el lugar donde aparece en la foto.
  • A ver, ven conmigo, ¿dónde estaba Jesús en la Eucaristía?
  • Ahí.
  • ¿Y dónde estaba la Virgen rezando con nosotros?
  • Acá.
  • ¿Seguro?
  • Y la Virgen salió por aquí. No le miento padre…
  • A lo que le dije: “no, para nada”.
  • Yo no soy mentirosa.
  • Para nada.
  • Estoy diciendo la verdad.

Cada uno puede pensar lo que quiera. Lo que es evidente es que Dios la quiere mucho y que sus límites por la enfermedad son lo que le abren a la grandeza.

Volvió a decirme que la Virgen era muy hermosa, que era joven y que después de un rato se fue al cielo.

No quiero buscar cinco pies al gato, porque en estos casos encontramos diez. Simplemente narro unas experiencias que tienen sabor de cielo.

Todos los que están poniendo un granito de arena para hacer del Centro Mariano un sitio para Ella, estamos experimentando sus caricias y consuelos. Es inmensamente valiosa esa actitud de hijos con que se viene a estar con Ella. Me admira, me impresiona, me conmueve.

Sin duda que todavía es mucho el fervor o cuidado que podemos tener en nuestros momentos de estarnos con Dios y con su Madre, pero a mí, estas personas me están enseñando a acercarme a Dios y a la Virgen con una ternura envidiable, la ternura del que sabe que está con su Madre del cielo.

Han sido muchos los gestos de amor de tantas personas que están acercándose a María en este rinconcito de Querétaro y han sido muchas las acciones de María que están marcando el corazón de nosotros sus hijos.

Que desde aquí María Desatadora de Nudos nos siga bendiciendo, para caminar en la vida acompañados de su presencia, de su amor y de su mirada.

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Con su generosidad y apoyo podemos ayudar a seguir haciendo realidad este centro a nuestra madre maría.

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