Los Inicios

Hablando con nuestro párroco y el decano de la zona, nos sugirieron comenzar con las misas en el terreno y disponer poco a poco el lugar para nuestro centro Mariano.

Cité al responsable de uno de los grupos de matrimonios del Reino que acompaño y le dije: “Tenemos un terreno que nos van a donar y el párroco nos ha dicho que empecemos a tener las misas. Necesitamos montar todo”.

Me impresionó la actitud de Oscar, pues se sintió llamado en primera persona a poner lo necesario para ofrecer este servicio. Al comentarlo a su equipo nos dijo que se sentía como San Pedro cuando le llamó el maestro y motivó a esas parejas para que fuera su apostolado.

Los cuatro matrimonios tomaron con gran entusiasmo el proyecto y pronto se uniría un quinto matrimonio y empezaron a encargarse de las cosas prácticas de la misa.

Una familia se trajo la mesa de su terraza, consiguió un mantel y ya con ello teníamos el altar. Yo aproveché que un padre se fue a Cancún a un nuevo destino para tomar la mesa que tenía fuera de su cuarto donde dejaba algunos libros y paquetes de Amazon y fue nuestra primera credencia donde se colocaban los vasos sagrados. Una chica que había conocido el padre Camilo nos apoyó con los cantos. Gilberto se trajo la imagen de la Virgen peregrina que se colocó en un caballete y que presidiría nuestras celebraciones y al terminar la misa, marchaba de peregrina a visitar y bendecir nuestras casas. Gerardo nos consiguió con un amigo un toldo que colocaron cerca de la zona de los juegos y rentamos 100 sillas con el apoyo de Jaime.

Ahora había que conseguir los fieles. ¿De dónde sacarlos? A falta de campanas que anunciaban en los pueblos las celebraciones, se avisó en el boletín interno de Altozano, la comunidad más cercana, e invitamos a algunos amigos. El 11 de septiembre del 2022 empezamos nuestra primera misa con mucha ilusión y poniendo en las manos de María este proyecto.

Fue un acierto contar casi desde el inicio, con la imagen de María Desatadora de Nudos. Ella, además de presidir nuestras celebraciones, se convirtió en nuestra Virgen peregrina. Ella iba visitando las casas e iba preparando a la gente para las celebraciones de los domingos.

Un día Karla nos compartió su experiencia y nos dijo. Yo tengo que agradecerle a la Virgen que los domingos mi marido se levanta de buenas. Sabe que tiene que poner las sillas y disponer todo para la misa y viene con un gusto tremendo. Ha pasado un año y Jaime se sigue levantando de buenas todos los domingos. ¡Bendita Virgen!

Además de disponer todo lo necesario para la celebración, la vida de oración y el fervor de la misa iban haciendo que nuestra misa fuera algo especial.

Así estuvimos algunos meses hasta que un día nos avisaron que el toldo lo iban a necesitar y tuvimos que refugiarnos debajo de unos mezquites, zona muy hermosa, aunque después de unos meses la sombra era insuficiente.

LAS SILLAS y El SONIDO

Al inicio empezamos rentando sillas, pero había que tener las nuestras. Había visto los modelos y precios en Costco, en Sams y en otros lugares. Llamé a Mauricio, un amigo que trabaja en Costco en la ciudad de México y me dijo: “Padre, yo le ayudo con algo, pero la empresa no le puede hacer descuento”.

Hablando con Beto sobre la necesidad que teníamos me dijo: “Yo me encargo y se las regalo”. Se dio a la tarea de llamar a varias fábricas y les explicó de que se trataba. El dueño de una de las fábricas le dijo que si eran para la Virgen que se las dejaba al costo y así compró 200 sillas y el dueño añadió 10 de pilón. ¡Ya teníamos nuestras primeras sillas!

Al inicio era un traer y llevar sillas del Instituto Cumbres, donde las guardábamos. Jaime nos prestaba una camioneta de helados Holanda. Se cargaban, se descargaban para la misa, se volvían a cargar al final de la misa y otra vez de regreso al colegio para guardarlas. Así estuvimos varios, varios meses. Y el 30 de septiembre, después de un mes de operaciones, Rodrigo nos prestó un contenedor donde poderlas guardar. ¡Era una estupenda ayuda!

El sonido también fue necesario conseguirlo. Al inicio bastaba una pequeña bocina que teníamos en la casa, luego conseguimos otra mayor que los ingenieros enchufaban a la camioneta porque no hay electricidad en el lugar y luego Fernando nos prestaba la suya que era más potente. Cuando Fernando venía a tocar a la misa, funcionaba la bocina, cuando no venía y nos la dejaba, la cosa se complicaba y había que gritar para que se escuchara.

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Con su generosidad y apoyo podemos ayudar a seguir haciendo realidad este centro a nuestra madre maría.

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